EDIPO REY DE SÓFOCLES (SINOPSIS)
Edipo Rey es una obra de Teatro
escrita por Sófocles que narra la historia de Edipo, un desventurado príncipe
de Tebas, hijo de Layo y de Yocasta. Poco
antes de que Layo y Yocasta se casaran el oráculo de Delfos les advirtió de que
el hijo que tuvieran llegaría a ser asesino de su padre y esposo de su madre.
Layo tuvo miedo, y en cuanto nació Edipo, encargó a uno de sus súbditos que
matara al niño, pero dicha persona no cumplió con la orden de matar a Edipo,
solo perforó los pies del bebé y lo colgó con una correa de un árbol situado en
el monte Citerón, faltando a su lealtad al rey Layo y también por el horror que
le producía la orden que le habían dado,
Por ese lugar pasó Forbas,
un pastor de los rebaños del rey de Corintio, escuchó los grandes lamentos y
llanto del bebé y lo recogió entregándoselo para su cuidado a Polibio.
La esposa de Polibio, Peribea se mostró encantada con el
bebé y lo cuidó con cariño en su casa, dándole por nombre Edipo, que significa
"el de los pies hinchados".
Edipo creció bajo el cuidado de
Polibio y Peribea, y al llegar a los catorce años ya era muy ágil en todos los
juegos gimnásticos levantando la admiración de muchos oficiales del ejército
que veían en él a un futuro soldado. Uno de sus compañeros de juegos, con la
envidia que le producían las capacidades de Edipo lo insultó y le dijo que no
era más que un hijo adoptivo y que no tenía honra. Ante todo lo que había
escuchado y atormentado por las dudas, Edipo preguntó a su madre si era
adoptivo o no, pero Peribea, mintiendo, le dijo a Edipo que ella era su
auténtica madre. Edipo, sin embargo, no estaba contento con las respuestas de
Peribea y acudió al oráculo de Delfos, quien le pronosticó que el mataría a su
padre y se casaría con su madre, y además le aconsejó que nunca volviese
Corinto, lugar donde nació. Al oír esas palabras Edipo prometió no volver jamás
a Corinto, y emprendió camino hacia Fócida. En su viaje se encontró a un
horrible monstruo, La Esfinge. La Esfinge tenía cabeza, cara y manos de mujer,
voz de hombre, cuerpo de perro, cola de serpiente, alas de pájaro y garras de
león y desde lo alto de una colina detenía a todo aquel que pasara junto a ella
y le hacia una pregunta, y si no se la contestaban, la Esfinge les provocaba la
muerte.
Creonte
el rey de Tebas tenía una hermana llamada Yocasta. Creonte prometió dar la mano
de su hermana y el trono de Tebas a aquel que consiguiera descifrar el enigma
de la Esfinge. Dicho enigma era: ¿cuál es el animal que por la mañana tiene
cuatro pies, dos al mediodía y tres en la tarde?. Edipo que deseaba la gloria
más que nada dio respuesta al misterio de la Esfinge diciendo que era el
Hombre, pues en su infancia anda sobre sus manos y sus pies, cuando crece
solamente sobre sus pies y en su vejez ayudándose de un bastón como si fuera un
tercer pie. La Esfinge, enormemente furiosa porque alguien hubiera dado la
respuesta correcta , se suicidó abriéndose la cabeza contra una roca.
Entonces Edipo se casó con
Yocasta y vivieron felices durante muchos años teniendo varios hijos cuyos
nombres son: Etéocles, Polinice, Antígona e Irmene. Un día
hubo una gran peste que arrasó a toda la región sin que tuviera remedio alguno,
y el oráculo de Delfos informó de que tal calamidad solo desaparecería cuando
el asesino de Layo fuese descubierto y echado de Tebas. Edipo animó
concienzudamente las investigaciones como buen rey que era pero éstas
descubrieron lo que realmente había ocurrido: había matado a Layo, su padre y
se había casado con Yocasta, su madre.
Según otras versiones, el
asesinato se descubrió porque Edipo le enseñó a Yocasta el cinturón del anciano
al que había matado, y que Edipo robó por su valía. Yocasta, después de este
descubrimiento se suicidó y Edipo, abrumado por la gran tragedia, creyó no
merecer más ver la luz del día y se sacó los ojos con su espada. Sus dos hijos
le expulsaron de Tebas y Edipo se fue al Ática donde vivió de la mendicidad y
como un pordiosero, durmiendo en las piedras.
Con él viajaba Antígona que
le facilitaba la tarea de encontrar alimento y le daba el cariño que requería.
Una vez, cerca de Atenas, llegaron a Colono, santuario y bosque dedicado a las
Erinias, que estaba prohibido a los profanos. Los habitantes de la zona lo
identificaron e intentaron matarlo pero las hermosas palabras de Antígona
pudieron salvar su vida. Edipo pasó el resto de sus días en casa de Teseo,
quien le acogió misericordiosamente. Otra versión afirma que murió en el propio
santuario pero antes de expirar Apolo le prometió que ese lugar sería sagrado y
estaría consagrado a él y sería extremadamente provechoso para todo el pueblo
de Atenas.